I was away below the ferry now. I rose up, and there was Jackson’s Island, about two mile and a half down stream, heavy timbered and standing up out of the middle of the river, big and dark and solid, like a steamboat without any lights. There warn’t any signs of the bar at the head—it was all under water now.

––Arriba! Qu haces?
Abr los ojos y mir por todas partes, tratando de ver dnde estaba. Ya haba salido el sol y yo me haba dormido como un tronco. Padre estaba en pie a mi lado, con cara agria y aspecto de sentirse mal. Va y dice:
––Qu haces con esa escopeta?
Pens que no saba nada de lo que haba pasado, as que fui y le dije:
––Trat de entrar alguien, as que estaba vigilando.
––Por qu no me has despertado?
––Bueno, lo intent, pero no pude; no te enterabas.
––Est bien. No de quedes ah de charla todo el da, vete afuera a ver si hay algn pescado en el sedal para el desayuno. Voy dentro de un momento.
Abri la puerta y sal a la orilla del ro. Vi pedazos de ramas y otras cosas que bajaban flotando y algunas cortezas de rbol, as que comprend que el ro haba empezado a subir. Pens que de haber estado en el pueblo me lo habra pasado estupendo. La crecida de junio siempre me traa suerte, porque en cuanto llega esa crecida bajan maderos cortados y pedazos de balsas de troncos: a veces una docena de troncos juntos; as que no hay ms que cogerlos y vendrselos a la serrera y los carpinteros.
Sub por la orilla con un ojo atento a padre y otro a lo que pudiese traer la crecida. Va y de pronto llega una canoa; y adems estupenda, de unos trece o catorce pies de largo, navegando muy tiesa como un pato. Salt de cabeza al agua como una rana, vestido y todo, y nad hacia la canoa. Me imaginaba que llevara alguien dentro, porque es lo que a veces hacen algunos para engaar a la gente, y cuando alguien est a punto de sacar un bote a la orilla, se levantan y se echan a rer. Pero aquella vez no. Era una canoa que iba a la deriva de verdad y me met en ella y la llev a la orilla. Pens que el viejo se alegrara cuando la viera: valdra diez dlares. Pero cuando llegu a la orilla todava no se vea a padre, y como yo me estaba metiendo con ella en un arroyo medio escondido, todo cubierto de sauces y de lianas, se me ocurri otra idea: pens en dejarla bien escondida y despus, en lugar de irme al bosque cuando me escapara, bajara unas cincuenta millas por el ro y me quedara acampado en un sitio para siempre, sin los problemas que da andar a pie de un lado para otro.
Aquello estaba muy cerca de la choza y todo el tiempo me pareca que oa llegar al viejo, pero logr esconderla y despus sal y mir por entre un grupo de sauces y vi al viejo sendero abajo, apuntando a un pjaro con la escopeta. As es que no haba visto nada.
Cuando lleg, yo estaba tirando con todas mis fuerzas de un sedal puesto a la rastra. Me insult un poco por ser tan lento, pero le dije que me haba cado al ro y que por eso haba tardado tanto. Saba que se iba a dar cuenta de que estaba mojado y que entonces se pondra a hacer preguntas. Sacamos de la rastra cinco peces gato y nos fuimos a casa.
Cuando nos echamos la siesta despus de desayunar, porque los dos estbamos agotados, me puse a pensar que si poda arreglrmelas para que ni padre ni la viuda trataran de seguirme, estara ms a salvo que si confiara en la suerte para llegar muy lejos antes de que me echaran de menos; ya se entiende, podan pasar miles de cosas.
Bueno, durante un rato no se me ocurri nada, pero despus padre se levant un momento a beberse otro barril de agua, y va y dice:
––Si vuelve otro hombre a espiarnos por aqu me despiertas, te enteras? Ese hombre no ha venido para nada bueno. Yo le habra pegado un tiro. La prxima vez me despiertas, te enteras?
Despus se acost y se volvi a dormir; lo que haba dicho me dio la idea exacta que yo quera, as que me dije: Puedo arreglarlo para que a nadie se le ocurra seguirme.
Hacia medioda nos levantamos y subimos por la ribera. El ro creca a toda prisa y con el agua bajaban montones de cosas. Al cabo de un rato apareci un pedazo de una balsa: nueve troncos atados. Salimos con el bote y nos lo llevamos a tierra. Despus comimos. Cualquiera que no fuese padre habra esperado a ver qu pasaba aquel da para llevarnos ms cosas, pero se no era su estilo. Con nueve troncos le bastaba para una vez; tena que ir inmediatamente al pueblo a venderlos. As que hacia las tres y media me encerr y se fue con el bote y empez a remolcar la balsa. Calcul que aquella noche no volvera. Esper hasta que me pareci que ya estaba lo bastante lejos y entonces saqu el serrucho y me volv a poner a trabajar en aquel tronco. Antes de que l terminara de cruzar el ro yo ya haba salido por el agujero; l y su balsa no eran ms que una mancha en el agua, all a lo lejos.

Agarr el saco de harina de maz, lo llev adonde estaba escondida la canoa y apart las hojas de parra y las ramas y lo met; despus hice lo mismo con el cuarto de tocino ahumado, y luego con la garrafa de whisky. Me llev todo el caf y el azcar que haba, y todas las municiones. Me llev el papel de relleno, el cubo y la cantimplora; saqu un cazo, una taza de metal y mi viejo serrucho y dos mantas, la sartn y la cafetera. Agarr los sedales y las cerillas y otras cosas: todo lo que vala algo. Vaci la cabaa. Necesitaba un hacha pero no haba ms que la del montn de lea y saba por qu iba a dejarla all. Saqu la escopeta y termin.
Haba dejado toda la tierra apisonada con la salida del agujero y con el transporte de tantas cosas. As que lo arregl como pude, echando tierra por encima, con lo que se disimulaba la parte apisonada y el serrn que haba cado. Despus volv a dejar en su sitio el pedazo de tronco y le puse dos piedras por debajo y otra de lado para que no se cayera, porque de esa parte era irregular y no daba del todo en el suelo. Si se quedaba uno a cuatro o cinco pies de distancia, sin saber que estaba aserrado, no se vea, y adems aqulla era la parte trasera de la cabaa y no era probable que nadie se pusiera a mirar por all.
Hasta llegar a la canoa no haba ms que hierba, as que no haba dejado huellas. Di una vuelta para estar seguro. Me qued en la ribera y mir ro arriba y abajo. No haba peligro. As que agarr la escopeta y me met un poco en el bosque. Estaba buscando pjaros que cazar cuando vi un cerdo asilvestrado; los cerdos se asilvestraban en seguida por aquella parte cuando se escapaban de las granjas de la pradera. A ste le pegu un tiro y me lo llev al campamento.
Agarr el hacha y salt la puerta. La destroc todo lo que pude. Met dentro al cerdo y lo arrastr casi hasta la mesa y le cort el cuello con el hacha y lo dej en tierra para que sangrara; digo en tierra porque era tierra: apisonada y sin tablones en el suelo. Despus saqu un saco viejo y lo llen de piedras grandes –– todas las que poda arrastrar––, empec donde estaba el cerdo y lo arrastr a la puerta y por el bosque hasta el ro, donde lo tir; se hundi y desapareci. Era fcil ver que se haba arrastrado algo por el suelo. Pens que ojala hubiera estado Tom Sawyer all; saba que le interesaban estas cosas y que l pondra los detalles precisos. Nadie saba adornar las cosas como Tom Sawyer en un asunto as.
Bueno, lo ltimo que hice fue arrancarme algo de pelo, manchar el hacha de sangre y dejarla en la trasera, tirada en un rincn. Despus agarr el cerdo y me lo tap contra el pecho con la chaqueta (para que no goteara) hasta llegar bien lejos de la casa, y lo tir al ro. Despus se me ocurri otra cosa. As que fui a sacar el saco de harina y el viejo serrucho de la canoa y los llev a la casa. Dej el saco donde sola estar y le hice un agujero en el fondo con el serrucho, porque all no haba cuchillos ni tenedores: padre lo cocinaba todo con la navaja. Despus llev el saco unas cien yardas por la hierba, entre los sauces, hacia el este de la casa, a un lago poco profundo que tena cinco millas de ancho y estaba lleno de juncos y tambin de patos cuando era temporada. Haba un riachuelo o un arroyo que sala de all por el otro lado y que recorra millas y millas, no s por dnde, pero no iba al ro. La harina iba movindose y dejando una pequea huella todo el camino del lago. All tir tambin la piedra de afilar de padre, para que pareciese algo accidental. Despus cerr el agujero del saco de harina con un cordel para que no cayera ms y me lo volv a llevar con el serrucho a la canoa.
Ya haca casi oscuro, as que dej la canoa ro abajo tapada por unos sauces que caan sobre la ribera y esper a que saliera la luna. Amarr la canoa a un sauce; despus com algo y al cabo de un rato me ech en la canoa a fumar una pipa y a hacer un plan. Y voy y me digo: Van a seguir la pista de ese saco de piedras hasta la orilla y despus dragarn el ro para buscarme. Van a seguir la huella de harina hasta el lago, buscar por el arroyo que sale de l para encontrar a los ladrones que me mataron y se llevaron las cosas. No van a buscar en el ro nada ms que mi cadver. Despus se cansarn en seguida y ya no se preocuparn ms por m. Muy bien, puedo quedarme donde me apetezca. Con la isla de Jackson me basta; la conozco muy bien y aqu nunca viene nadie. Y despus puedo ir al pueblo por las noches, buscar por ah y llevarme lo que necesite. La isla de Jackson est bien.
Estaba bastante cansado y sin darme cuenta me qued dormido. Cuando me despert no supe durante un momento dnde estaba. Me sent y mir a los lados, un poco asustado. Despus me acord. El ro pareca tener millas y millas de ancho. La luna brillaba tanto que podan contarse los troncos que bajaban a la deriva, negros y silenciosos, a cientos de yardas de la orilla. Todo estaba en un silencio total y pareca ser tarde, ola a que era tarde. Ya sabis a qu me refiero... No se con qu palabras decirlo.

Bostec y me estir a gusto, y estaba a punto de desamarrar para ponerme en marcha cuando o un ruido en el agua. Escuch. En seguida comprend lo que era. Era ese ruido acompasado y sordo que hacen los remos en los toletes en el silencio de la noche. Mir entre las ramas de los sauces y all estaba: un bote en el ro. No vea cunta gente llevaba. Segua acercndose, y cuando lleg frente a m slo llevaba a un hombre. Y yo voy y pienso: A lo mejor es padre, aunque no lo esperaba. Fue pasando ro abajo con la corriente y al cabo de un rato lleg balancendose a la orilla, donde el agua estaba tranquila, y pas tan cerca que podra haberlo tocado alargando la escopeta. Bueno, pues s que era padre, y encima sereno, por la forma en que dej los remos.

No perd el tiempo. Al momento siguiente iba ro abajo, en silencio pero rpido, a la sombra de la ribera. Recorr dos millas y media y despus me apart un cuarto de milla ms hacia el centro del ro, porque en seguida iba a pasar por el desembarcadero del transbordador y poda verme gente y llamarme. Me puse entre las maderas que bajaban a la deriva y despus me tumb en el fondo de la canoa y dej que sta flotara sola.